Recostado en el árbol
que me abre sus brazos
tomo en mis manos,
un puñado de hojas
todas ya vivas.
El resplandor del sol
se filtra timidamente,
iluminando mi rostro
y mi triste corazón.
Con sus tatujes
de bellos colores,
veo pasar el delicado
vuelo de las mariposas.
Ahí, dejo fluir la paz
y la esencia de mi espirítu,
se regosija mi alma
en ayeres perdida.
Y en el vrebe espacio
que me rodea,
siento en mi la dicha
de estar vivo.
Y sonrio.
que me abre sus brazos
tomo en mis manos,
un puñado de hojas
todas ya vivas.
El resplandor del sol
se filtra timidamente,
iluminando mi rostro
y mi triste corazón.
Con sus tatujes
de bellos colores,
veo pasar el delicado
vuelo de las mariposas.
Ahí, dejo fluir la paz
y la esencia de mi espirítu,
se regosija mi alma
en ayeres perdida.
Y en el vrebe espacio
que me rodea,
siento en mi la dicha
de estar vivo.
Y sonrio.


Claro Salvador! Pues eso ya en sí es una bendición, más allá de las frustraciones y los sinsabores de la vida... al final siempre hay grandes recompensas! Un fuerte abrazo amigo... no dejes de escribir con el corazón, y con todo ese sentir!
ResponderEliminarMi enhorabuena!!
Hola mi querida Sandra. siempre es un enorme
ResponderEliminarplacer tenerte conmigo. Es verdad
a veces hay que sonreirle a la vida
que siempre sera complicada.
Un beso con mi cariño.
Salvador.