Cuento de primavera

Recostado en el árbol
que me abre sus brazos
tomo en mis manos,
un puñado de hojas
todas ya vivas.
El resplandor del sol
se filtra timidamente,
iluminando mi rostro
y mi triste corazón.
Con sus tatujes 
de bellos colores,
veo pasar el delicado
vuelo de las mariposas.
Ahí, dejo fluir la paz
y la esencia de mi espirítu,
se regosija mi alma 
en ayeres perdida.
Y en el vrebe espacio
que me rodea,
siento en mi la dicha
de estar vivo.




Y sonrio.

            
                           

2 comentarios:

  1. Claro Salvador! Pues eso ya en sí es una bendición, más allá de las frustraciones y los sinsabores de la vida... al final siempre hay grandes recompensas! Un fuerte abrazo amigo... no dejes de escribir con el corazón, y con todo ese sentir!
    Mi enhorabuena!!

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  2. Hola mi querida Sandra. siempre es un enorme
    placer tenerte conmigo. Es verdad
    a veces hay que sonreirle a la vida
    que siempre sera complicada.

    Un beso con mi cariño.

    Salvador.

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